martes, 24 de septiembre de 2013

Pico Troumouse por arista Este

Para estas vacaciones del verano planificamos varias de las rutas que durante el año no podíamos ni plantearnos debido a la duración y, sobre todo, a la larga aproximación. Una de ellas era alcanzar la cresta del circo de Troumouse desde el sureste a través de la arista Este del mismo pico, conectando después el Sierra Morena, la Munia y vuelta por el collado de Robiñera y senda de las Pardas.

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Track en Wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=5098030

El punto de partida sería el encantador refugio francés de Barroude, situado al pie del murallón de Troumouse junto a los bellos lagos de Barroude. Se trata de un refugio pequeño pero muy cuco y bien cuidado, cuyos guardas son muy simpáticos y atentos. Accesible en una jornada previa de aproximación desde Le Plan de Aragnouet mediante una subida maja de 1.000m de desnivel atravesando el idílico y verde valle de la Gèla.

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Dejamos el coche en el arcén de la carretera que baja al desvío de Piau Engaly (más tarde nos enteramos de que existía otra posible ruta desde la estación de esquí con casi la mitad de desnivel) y echamos a andar con nuestros mochilones primero por una pista amplia y de poco desnivel que alcanza un llano herboso de cuento en el que pastan las vacas, y a donde llega también la bajada desde el puerto Viejo de Bielsa. A partir de este punto el camino gana pendiente subiendo implacable por la derecha hacia la terraza donde se asientan el refugio y los lagos, a la sombra de los imponentes paredones del circo. En total unas 3,30h desde la carretera.

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Plantamos la tienda sobre la mullida hierba unos metros por encima del refugio; un cartel reza que es posible la acampada entre las 21 y las 9 horas. Cocinamos la cena con nuestro hornillo en la cocina libre y cenamos en el refugio mientras leemos un artículo estupendo sobre la geología de la zona, las minas de Liena y el histórico y osado camino de las Pardas (en francés es conocido como Chemin des Mines) que comunica Pineta, las Minas y Francia, y que precisamente se trata del que pensamos utilizar para el regreso completando la ruta circular hasta Barroude. La misma información se puede encontrar en esta web:http://cirquedebarrosa.free.fr/pagechemindesmines.htm

Desde la puerta de casa tenemos unas vistas excepcionales de la arista Este; por ahí vamos a subir...
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Los guardas nos cuentan que ellos repiten cada viernes la misma ruta que nosotros queremos hacer, así que nos informan de que necesitaremos crampones y piolet para bajar desde la Munia, cosa que ya nos esperábamos visto el percal dos días antes desde la cima del Posets, y es que el circo de Barrosa era la zona que más nieve presentaba con diferencia desde aquella perspectiva. Alucinante la cantidad de nieve, ¡y estamos en Agosto! Nos dicen en cambio que en el camino de las Pardas no hay, aunque luego comprobaremos que algo quedaba.

El día siguiente amanece espléndido y los intensos colores del amanecer nos rodean. El circo culminado por el Gerbats se incendia:
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Echamos a andar a las 8:00; hemos aligerado la mochila no todo lo que quisiéramos ya que se nota el peso de los crampones, piolet, cuerda, arnés, algún cacharro y cintas, comida, agua y los siempre obligatorios cortavientos y plumas, a pesar de que el día era cálido y magnífico.

Siguiendo el sendero en dirección sur alcanzamos el evidente puerto de Barrosa en 45 minutos; en este punto giramos al Este siguiendo el cordal hacia la arista del Troumouse y llegamos a la brecha. Se pasa bien, pero empezamos a ver el tipo de roca con el que tendremos que lidiar a partir de ahora: bastante descompuesta y mucha piedra suelta, lo cual quita confianza y añade complejidad a un itinerario en constante exposición.

Ya en el cordal previo a la arista las vistas son de aúpa:
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Tras superar la brecha paramos a ponernos el arnés y el casco, y nada más ponernos en marcha ya nos las vemos con el primer paso algo más complicado, una placa lisa en travesía hacia la izquierda con pocos agarres. Una vez superada, ascendemos por terreno fácil de hierba y piedra suelta, para luego coger un espolón rocoso en el que avanzar usando las manos, el cual preferimos a las incómodas pendientes alfombradas de piedra suelta de la derecha.

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Nos acercábamos a las famosas rocas negras, una faja de roca oscura muy visible y evidente desde el pie de la arista en la que sabíamos que había dos pasos posibles equipados con cuerda: uno más evidente directamente sobre la ruta de subida, en teoría más corto y con cuerda en dudosas condiciones, y otro rodeando bastante más a la izquierda con cuerda en buen estado y una travesía horizontal. Éste último fue el recomendado por los guardas y lo buscamos hasta la saciedad desviándonos a la izquierda ignorando el paso de la cuerda en malas condiciones, siguiendo abundantes hitos que indicaban la subida por unas terrazas de la odiosa piedra suelta. Aparentemente este itinerario desembocaba en una chimenea-diedro bastante vertical en la que no había nada y que nos pareció más problemática que el otro paso, así que para no perder más tiempo regresamos al primer paso y lo superamos sin tocar la cuerda, que se encontraba efectivamente tiesa y en malas condiciones. No es una trepada demasiado compleja excepto el último par de metros, algo extraplomado y con escasos agarres. Los anclajes estaban oxidados pero justo al lado había una chapa con una argolla con muy buena pinta ideal para rapelar la bajada o asegurar al segundo.

Chimenea hacia la izquierda donde esperábamos encontrar la cuerda en buenas condiciones:
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Volviendo sobre nuestros pasos hacia la primera cuerda; se aprecian las rocas negras:
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Cuerda raída y tiesa que es mejor no tocar:
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Las vistas ganan espectacularidad según ascendemos; menudo descubrimiento éste de Barroude:
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A partir de aquí parecía que ya era coser y cantar, pero no; la cima está aún bastante más lejos de lo que parece y todavía nos quedarán numerosas trepadas hasta dejarse conquistar. A continuación superamos prácticamente sobre nuestra vertical un graderío de unos 40m en el que sigue habiendo piedra suelta, pero la calidad de la roca mejora bastante sin llegar a ser para tirar cohetes. Abundan aquí presas invertidas y continúa la considerable exposición. El ambiente alpino y salvaje es constante, y la adrenalina nos acompaña durante toda la ascensión manteniéndonos alerta todo el tiempo.

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Una vez superado el graderío, salimos a una terraza hacia a la izquierda desde donde ya se dejan ver el temible Sierra Morena y la pirámide cimera del Troumouse, y desde la que vuelven a encontrarse numerosos hitos que guían la ruta hacia la izquierda. Superamos varias terrazas más así como algunas chimeneas y alcanzamos por fin la cresta que lleva a la cima. Primero es casi horizontal y luego vuelve a ganar pendiente; la recorremos por el filo sin problemas y alcanzamos por fin la pirámide metálica del Troumouse, después de 2,5 horas de arista (supongo que sin dudar en la faja de rocas negras, debe hacerse bien en 2 horas).
Nos habría gustado continuar algo más la cresta hacia el Pic Heid, pero es ya más de mediodía y la incertidumbre en el camino de vuelta desde la Munia tanto por la señalización como por la nieve nos hace desistir y tirar ya hacia el Sierra Morena después de disfrutar de las vistas y un buen refrigerio.

Aparece el Ogro: Sierra Morena, ¡oh dios mío!
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Cima del Troumouse:
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Bajamos al collado previo al Sierra Morena mientras éste va endureciendo su rostro hacia nosotros; tiene aspecto de monstruo y parece incluso que abre la boca en una mueca desafiante! Pero he leído tanto sobre él que sé que después de subir por la arista del Troumouse no me dará la lata mucho más.

¡Pero si tiene ojos y nariz! ¡Y boca, para comerte mejor!
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Juan supera el famoso primer paso de III sin mayor problema, pero yo con mis torpes botas no lo veo claro; no hay buenos agarres y la caída hacia ambos lados es directa al abismo. Así que ya que tenemos la cuerda subo asegurada esos primeros 2 metros que una vez superados no son tanto como parecen, y pienso que si no hubiéramos llevado cuerda lo habría subido sin demasiado problema. A partir de aquí la trepada es bien fácil, asegurando bien cada paso y disfrutando, tras lo que alcanzamos enseguida la cima. No vi ninguna de las dos instalaciones para rapelar que había leído que existían, no sé si porque ya no están o porque no fui capaz de localizarlas.
Me sorprendió ver a una pareja de franceses que venían detrás de nosotros rodeando el resalte por la parte francesa, flanqueo que había leído que era incluso más expuesto y peligroso que la opción de trepar a pesar de que llevaban una cuerda sobre la mochila. Lo cierto es que no volvimos a verlos, no sé si porque fuimos muy lentos y nos adelantaron con creces en el flanqueo o porque se dieran la vuelta y no completaran la circular a la cresta hacia la Munia.

Trepando por la parte más fácil de la escalerita:
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De aquí a la pequeña Munia llegamos enseguida dejando a la izquierda un nevero venteado que no tenemos que pisar; hace calor y escarbamos un poco en el nevero para refrescarnos con unos bocaditos de nieve que nos llevan en volandas hasta la Pequeña Munia y luego hasta la Munia.

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A partir de aquí el camino nos es conocido, pero esto no durará mucho ya que sabemos que debemos desviarnos hacia la izquierda en algún momento antes del paso del Gato para dirigirnos al collado de Robiñera. Mirando hacia allí vemos mucha nieve tal y como esperábamos; descendemos hacia la izquierda en un momento en que vemos una posible via, pero tenemos que retroceder ante la aparición de pequeños cortados que nos impiden continuar. Regresamos a la arista y esta vez llegamos casi al paso del Gato cuando vemos unos hitos que salen a la izquierda, trazando dos diagonales y dejándonos en un nevero de unos 45º de inclinación que tiene una pedazo de rimaya como pocas veces he visto en el Pirineo. Pues sí, al final le daremos buen uso a los crampones y piolet; la nieve está sorprendentemente dura y la caída es considerable y directa hacia el collado, así que sudamos para superar la parte más comprometida del nevero, de paso obligado para llegar al collado. 

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Una vez allí continuamos hacia abajo dirección Barrosa, siguiendo unos discretos hitos que destacan sobre los neveros y que hay que seguir con atención ya que se pierden fácilmente. La nieve continúa hasta unos 2.700-2.600 metros y nos facilita la bajada hasta que damos con una pendiente herbosa donde nos quitamos los crampones, teniendo que volver a ponérnoslos enseguida cuando vemos que aparece otro nevero escondido un poco más adelante.
La traza del camino sigue recta hacia abajo y estamos pendientes de cruzarnos con la senda de las Pardas a unos 2.450 m. Nuestro subconsciente quiere ir desviándose a la izquierda pero sabemos que debemos bajar rectos hasta cortar la senda pues de otra manera acabaríamos en las murallas infranqueables de Barrosa.
Después de cruzar un torrente bien crecido que nos empapa y de una última pendiente de pedrera suelta alcanzamos a un llano con bloques que es cruzado por una visible senda que se dirige a la izquierda. ¡Al fin!

Valle de Barrosa en las profundidades. En la terraza de hierba y bloques que se aprecia en segundo plano es donde el camino deja de perder altura y gira a la izquierda.
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De ahí arriba venimos:
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Giramos felices hacia el camino y seguimos la senda; no parece muy frecuentada puesto que resulta muy difusa y en algunos tramos la hierba elimina por completo cualquier antigua traza. Superamos una pequeña elevación y de repente aparecen ante nosotros las verticales murallas de Barrosa que nos dejan boquiabiertos: ¿pero por allí va un camino?
Y no es sólo por las paredes verticales, sino que además alcanzamos a ver al menos dos grandes neveros que cruzan a la altura donde debe estar el camino (y digo debe porque desde lejos no se ve claramente ninguna traza) y otros dos torrentes bien crecidos en el mismo itinerario. Hacia abajo el profundo abismo del valle de Barrosa: las vistas desde aquí son alucinantes.

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Bien… allá vamos. El camino ahora desciende algo y discurre sobre sedimento muy asentado, manteniendo el mismo aspecto difuso aunque de momento se puede seguir bien. Llegamos al primer obstáculo: un nevero fácil y estrecho en el que ni siquiera nos calzamos los crampones. Recuperamos la débil traza del camino al salir del nevero y al poco rato alcanzamos el segundo, esta vez más pendiente y ancho en el que sí usamos crampones. De todas maneras éste podría haberse rodeado por abajo en caso de necesidad avanzando por terreno suelto.
Esta vez no vemos claro por dónde continúa el camino al salir del nevero; tenemos que adelantarnos un poco para sospechar que no estamos sobre la ruta correcta así que subimos unos metros hasta alcanzar una zona más parecida a una terraza y nos aventuramos, comprobando más adelante que la ruta toma de nuevo aspecto de camino.
Al girar de nuevo en una curva aparece ante nosotros la zona de paredes más verticales del circo de Barrosa y sus torrentes, y seguimos sin vislumbrar por dónde demonios puede discurrir el camino. No importa; hay que seguir adelante y ya veremos lo que nos encontramos.
Avanzamos un poco más prácticamente sin perder altura acercándonos a las paredes verticales; ahora ya vemos cómo se va perfilando una faja que se ahueca hacia adentro lo suficiente como para alojar una traza que en otro momento permitió el paso incluso de burros, pero que hoy en día ha acumulado tal cantidad de sedimentos que la horizontalidad del camino ya no existe y hay que andar sobre un montón de gravilla inclinada hacia el abismo, bastante estable de todas formas pero que requiere mirar bien dónde ponemos el pie.
En este tramo están instalados los cables sobre los que los guardas de Barroude nos advirtieron que ni tocáramos, que al principio parecen tener buen aspecto pero que más adelante se empiezan a ver los anclajes oxidados y hasta arrancados de la pared. No hace falta tocarlos para avanzar, pero supongo que psicológicamente ayudan.

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Superamos otra faja similar también equipada con cables y más adelante vemos el torrente esperándonos, que aunque baja crecido deja espacio más que suficiente para cruzar, no sin regalarnos un buen remojón por segunda vez en el día.
Ahora sí el puerto de Barrosa está ya al alcance de la mano; las paredes verticales ya han pasado y en este momento volvemos la vista para admirar lo que hemos hecho ahora que ya sí se han terminado las incertidumbres; desde aquí vuelve a parecer imposible atravesar esas murallas, y alzando la vista se vislumbra el cuello de Robiñera y se intuyen los tresmiles en los que culminan los paredones de Barrosa y que hemos conquistado hace unas pocas (o muchas, ¡según se mire! horas).

Incluso después de haberlo atravesado, sigue pareciendo imposible cruzar los muros:
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Ya sólo nos queda alcanzar el collado de Barrosa para cerrar el círculo y bajar rápidamente al refugio de Barroude. Descendemos en silencio y todavía drogados por la adrenalina del día, cada uno rumiando para sí los acontecimientos con una enorme satisfacción y plenitud después de una ruta tan salvaje, errática, poco frecuentada y documentada que nos ha dejado tan buen sabor de boca como no recordamos en ningún otro lugar del Pirineo hasta el momento.

A unos cientos de metros del refugio y ya con el crepúsculo, alcanzamos a vislumbrar al guarda asomado en el porche y mirando hacia el camino; puedo jurar que desde aquí veo la enorme y aliviada sonrisa que esboza al reconocernos, confesando después que de haber tardado 10 minutos más hubiera llamado al helicóptero de rescate!